22 septiembre, 2011

La dirección del viento


En esta época de cambio (cualquiera es para bien) muchas frases rondan mi cabeza... Y tal vez sólo sean actitudes que quiero que a partir de ahora gobiernen mi vida.
  • La felicidad es la ausencia de miedo (escuchada a Eduard Punset)
  • Hoy en dia la gente sabe el precio de todo pero no conoce el valor de nada (Oscar Wilde de su novela El retrato de Dorian Gray)
  • ¿Pensasteis alguna vez que si no fuera por todos nadie sería nada? (Quino a través de Mafalda)
Y aunque cada una de ellas lleguen a mi por distinto motivo, y a través de diferente modo, momento y lugar... es como si quedasen encadenadas las unas a las otras. Quizá sólo es filosofía barata para gente que necesita oirlas, o tal vez son todo lo contrario, y que uno sea capaz de pararse a escuchar algo que no sea ruido de dentro de su cabeza o de fuera quiere decir que uno está receptivo a las cosas buenas.
Sea como sea, creo que darle el valor justo a la vida y a lo que en ella ocurre y a la gente que nos rodea es lo único que nos salvará de una vida infeliz y llena de decepciones. Quien olvida el valor de las cosas y de los amigos está condenado a tener una vida esteril. El que en vez de perdonar olvida, está abocado a olvidarse hasta de sí mismo.
Ójala pudiera convocar al viento y que mis palabras llegasen a toda esa gente que nunca han practicado esto, o algo tal vez peor, que es que en su camino lo hayan ido olvidando, porque así conseguirían ser felices. Pero supongo que el viento toma la dirección que debe tomar.


07 septiembre, 2011

En mi planeta

Vivo en un planeta como El Principito. Cuido de una flor y ella a su manera caprichosa cuida de mi.
El problema es que he visitado tantos planetas que no me han gustado (el del borracho, el del contable, el del rey, el del geógrafo, etc.) que no quiero seguir viajando. Veo pasar bandadas de pájaros y aunque de vez en cuando me subo en ellas, sólo observo desde lo lejos y ya no me bajo en ninguno de los planetas ni de sus satélites.
Mientras cuido de mi flor, cada vez es más grande y más bonita. Sus pétalos son de colores más vibrantes y su tacto cada día más aterciopelado... pero he perdido la confianza y la curiosidad por lo que habrá fuera. ¿Tengo que dejar de cuidar mi flor para que el día menos pensado llegue a un planeta de elefantes y estos me aplansten? ¿Quiero arriesgarme a que crezcan baobabs y después de un viaje del que sólo traiga recuerdos lejanos me haya quedado sin mi planeta?
Tal vez un día encuentre el equilibrio entre mi planeta y el resto del universo. Y tal vez vuelva a dejarme domesticar, por un zorro, por un humano, por otra rosa... Mientras tanto, veo pájaros pasar.