07 septiembre, 2011

En mi planeta

Vivo en un planeta como El Principito. Cuido de una flor y ella a su manera caprichosa cuida de mi.
El problema es que he visitado tantos planetas que no me han gustado (el del borracho, el del contable, el del rey, el del geógrafo, etc.) que no quiero seguir viajando. Veo pasar bandadas de pájaros y aunque de vez en cuando me subo en ellas, sólo observo desde lo lejos y ya no me bajo en ninguno de los planetas ni de sus satélites.
Mientras cuido de mi flor, cada vez es más grande y más bonita. Sus pétalos son de colores más vibrantes y su tacto cada día más aterciopelado... pero he perdido la confianza y la curiosidad por lo que habrá fuera. ¿Tengo que dejar de cuidar mi flor para que el día menos pensado llegue a un planeta de elefantes y estos me aplansten? ¿Quiero arriesgarme a que crezcan baobabs y después de un viaje del que sólo traiga recuerdos lejanos me haya quedado sin mi planeta?
Tal vez un día encuentre el equilibrio entre mi planeta y el resto del universo. Y tal vez vuelva a dejarme domesticar, por un zorro, por un humano, por otra rosa... Mientras tanto, veo pájaros pasar.


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